Bienvenidos

Bienvenidos al sitio de la "Basílica Nuestra Señora de la Merced".
A través de este medio iremos comunicando los diferentes eventos que se realizarán con motivo de la Titularización del Santuario de Nuestra Señora de la Merced, como Basilica Menor; como así también las diferentes ceremonias que le competen por su dignidad basilical.



lunes, 14 de diciembre de 2009

¿Que es Basílica?

El término basílica proviene del latín basílica que a su vez deriva del griego βασιλική (fonéticamente, basiliké) que significa regia o real (fem.), y viene a ser una elipsis de la expresión completa βασιλική οἰκία (basiliké oikía) que quiere decir «casa real». Una basílica es un suntuoso edificio público que en Grecia y Roma solía destinarse al tribunal, y que en las ciudades romanas ocupaba un lugar preferente en el foro.


Más adelante, los cristianos aprovecharon la forma basilical y, en muchos casos, los propios edificios romanos para utilizarlos como templo y en este sentido se utiliza hoy la denominación, tanto desde el punto de vista arquitectónico, como religioso.


Con independencia de su trazado arquitectónico, una iglesia puede titularse «Basílica» por prerrogativa del Romano Pontífice. Así, en sentido litúrgico, son basílicas todas aquellas iglesias que, por su importancia, por sus circunstancias históricas, o por aspectos de cierto relieve, obtengan ese privilegio papal. Se distinguen las basílicas mayores y las basílicas menores.


Requisitos para que un Templo sea declarado Basilica Menor

Para que un templo pueda alcanzar el título basilical, debe reunir tres requisitos:
  •  Debe ser un templo de regio esplendor, levantado con un perfil destacado, o sea, arquitectónicamente importante.
  • Dicho templo debe ser foco espiritual de una comunidad que es santuario para la multitud de devotos que acuden a él, debe atraer a miles de fieles.
  • Que dicho templo, bajo sus bóvedas, posea un tesoro espiritual y sagrado, dando culto ininterrumpido al Señor, a la Virgen y al Santo venerado en él, o sea, que la devoción a la imagen que allí se venere sea importante y traspase los límites de su propia comunidad. El culto debe estar atendido y asegurado por suficiente número de sacerdotes.

Derechos y Obligaciones de una Basilica

El título de Basílica Menor acarrea una seria de derechos y obligaciones:

· Que el oficio celebrado en ella sea un ejemplo para los demás templos de la Diócesis a la que pertenece,

  • Promover la formación bíblica y religiosa de los fieles, como el estudio y divulgación de los documentos con los que se propone el magisterio del Sumo Pontífice.

· Ahondar en la caridad con los más necesitados.

Signos que Luce una Basilica

Cuando el papa eleva a una iglesia a la condición de Basílica Menor le otorga el derecho a lucir en el altar mayor algunos signos de la dignidad papal y la unión con la Santa Sede:
1-La Umbella basilical o canópeo: Es una sombrilla a dos colores, rojo y dorado. La usaban los emperadores de Oriente y también posteriormente servía para proveer de sombra al Romano Pontífice.


Los colores citados son los colores tradicionales del Papa. De hecho, el blanco no comenzó a ser utilizado por la Santa Sede hasta el final de las Guerras Napoleónicas (alrededor del 1800).
El papa Alejandro VI fue el primero en utilizar el canópeo simbólicamente (alrededor del año 1500).
El canópeo es parte del escudo de armas de la Santa Sede en el período de sede vacante, es decir entre dos pontificados.
El canópeo fue utilizado por primera vez como emblema del interregnum en las monedas acuñadas en 1521, entre los pontificados de León X y Adriano VI.
Así mismo el escudo de armas del Cardenal Camarlengo está orlado con las llaves de San Pedro y sobre ellas está el canópeo papal.
Está ubicada en un lateral del presbiterio, generalmente abierta en días de indulgencia, de grandes fiestas o cuando el Papa visita la basílica.

2- El tintinábulo: Es un marco grande y dorado, con la imagen del patrono de la basílica en el centro, colocada en un asta. Posee una o varias campanillas que tintinea (de ahí el nombre), y que suele tocarse para llamar a la gente cuando el Papa se aproxima (si se diera el caso) o en grandes solemnidades litúrgicas. Está ubicado en el lateral opuesto del presbiterio. También abre la marcha en las procesiones públicas, precediendo a la cruz.




En la Edad Media el tintinábulo tenía la función práctica de anunciar al pueblo de Roma de la proximidad del Papa durante las procesiones. Ha quedado como un elemento decorativo, simbólico y de honor.

3- El escudo de armas: Una basílica, al igual que el obispo y la diócesis, posee un escudo de armas. Suele colocarse el escudo de armas y las insignias papales juntos, para destacar la vinculación que la basílica posee con la Santa Sede. Se pueden pintar al fresco en la bóveda de la nave central, y en puertas de ingreso al templo.
El escudo de armas de una basílica menor consiste en un campo de armas timbrado con la umbela basilical. Dentro del campo puede colocarse los símbolos heráldicos de elementos concernientes a la basílica menor, tales como alusivos a la localidad en que está ubicada, la diócesis a la que pertenece, su santo patrono, etc. En términos heráldicos, la umbela es de gules y oro, y su astil y su remate (bola y cruz), de oro.

domingo, 13 de diciembre de 2009

¿Quién declara una Basílica?

Con independencia de su trazado arquitectónico, una iglesia puede titularse «Basílica» por prerrogativa del Romano Pontífice.

Se distinguen las basílicas mayores y las basílicas menores. Actualmente sólo existen cuatro basílicas mayores: San Pedro del Vaticano, San Juan de Letrán, Santa María la Mayor y San Pablo extramuros. Se caracterizan, entre otras cosas, porque en su altar («altar papal») sólo puede oficiar el papa. Se denominan también como “Basílicas Papales” anteriormente se llamaban “Patriarcales”, fue el Papa Benedicto XVI quien cambió la denominación por razones ecuménicas.

En 2006 había oficialmente 1.506 basílicas en todo el mundo.

Indulgencias

Según las normas para otorgar el título de Basílica Menor de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, con fecha nueve de noviembre de1989, Modificada por las normas del Enchiridion de Indulgencias de la Iglesia Catolica.

El creyente que devotamente visite la Basílica y que dentro de la misma participe en cualquier rito sagrado o que por lo menos recite el Padre Nuestro y la Profesión de la Fe, obtendrá indulgencia plenaria bajo las condiciones usuales (confesión sacramental, Comunión Eucarística, y oración por las intenciones del Sumo Pontífice) los días que a continuación se detallan:

  1. En el día del aniversario de la dedicación de la misma Basílica;
  2. En el día de la celebración litúrgica del Titular;
  3. En la solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo;
  4. En el aniversario de la concesión del título de Basílica;
  5. Una vez al año en un día libremente escogido por cada uno de los creyentes.

sábado, 12 de diciembre de 2009

DESCRIPCION y SIMBOLISMO DEL ESCUDO DE LA BASÍLICA DE NTRA. SRA. DE LA MERCED

Todas las Basílicas, por su peculiar relación con la Cátedra de Roma y con el Sumo Pontífice, tienen la concesión de poseer su propio escudo y de exhibir las insignias pontificias.

Forma del escudo

El primer elemento en el que debemos fijarnos al observar un escudo heráldico es su forma exterior. En este caso es redondeado en la base, como un arco de medio punto invertido, forma más utilizada en la heráldica eclesiástica.

Campo


        Se denomina campo del escudo al espacio comprendido dentro de las líneas que limitan el mismo, en nuestro caso, el campo esta dividido en dos partes por una Banda Patria






 que nos recuerda el patronazgo de la Titular de esta Basílica, la cual es generala del Ejercito Argentino. La actual Banda que porta la sagrada imagen fue impuesta el 24 de septiembre de 1943 por el presidente de la Nación, general Pedro P. Ramírez.




El otro signo que se destaca  sobre el campo es el  Bastón de mando entregado por el General Manuel Belgrano cuando cumple el voto que había manifestado por el triunfo logrado en la Batalla de Tucumán del 24 de Sptiembre de 1812 y le hace entrega del mismo, proclamándola Generala del Ejército del Norte, el 27 de octubre de 1812. Este Bastón, en marfil con puntera de oro se conserva hasta el día de hoy.







        La estrella de oro que corona el campo simboliza: A María, quien nos acompaña desde la fundación de nuestra provincia desde el año 1565 en Ibatin y a la Fe porque solo con ella podemos percibir la luz de la salvación irradiada en este continente de modo nuevo en su ardor y expresión, y alcanzada por Jesucristo. Así la podemos llamar a la Virgen “Estrella de la evangelización Continental” como la proponen nuestros Obispos en Aparecida.



Esmaltes



En Heráldica se denomina esmaltes a los colores con que se pinta tanto el campo como las figuras del escudo.

El Sinople o verde se manifiesta en el campo entero, signo de que Tucumán es el jardín de la República.




El oro o amarillo, plasmado en la estrella, el cual es el metal más noble símbolo de la primera virtud: la Fe.




En plata o blanco, se encuentra el Bastón, porque es de marfil con puntera en oro.





La banda exhibe los colores de la insignia Patria Argentina (celeste y blanco).



Ornamentos exteriores del escudo

Los ornamentos o adornos exteriores del escudo reciben el nombre general de timbres.


El emblema basilical está timbrado con la insignia tradicional de los papas: las llaves en oro y plata, entrecruzadas, que simbolizan las llaves del Reino, confiadas por el mismo Señor al apóstol San Pedro (Mt. 16,19).







El pabellón: una especie de “sombrilla”; también llamada: umbella o canópeo es el símbolo que identifica a las basílicas y además a la sede apostólica vacante; sus colores son los tradicionales colores papales: rojo intenso (Gules) y oro, que dan cuenta de la vinculación de esta basílica con la Santa Sede.







Finalmente, al pie del conjunto del escudo, se despliega la divisa con la tradicional invocación de la  titular del Templo: “Virgo et Generala Nostra” es decir “Virgen y Generala Nuestra”, que se encuentra expuesta en el frontis del baldaquín que cobija a la Sagrada Imagen de Nuestra Señora.





Algunos antecedentes históricos

 1565 Al fundarse la primitiva ciudad de San Miguel de Tucumán en el lugar denominado Ibatín, se adjudicó un solar para la Iglesia de La Merced.


1685 Cuando se trasladó la ciudad de San Miguel de Tucumán a su actual emplazamiento, a los Mercedarios les fue adjudicado también el respectivo solar en la traza de la Ciudad, a una cuadra de la plaza principal calcando la disposición que tenía en Ibatín, desde el año 1565. Pronto empezaron a levantar su iglesia en el sitio asignado y que es exactamente el mismo lugar que hoy ocupa el Santuario de Nuestra Señora de la Merced y Parroquia de la Victoria.

1687 También se conoce que en el Cabildo tucumano designa a la Virgen de la Merced, Abogada de la Ciudad.
1774 Se erige canónicamente la Cofradía de la Virgen de La Merced. Ya en la primera mitad del siglo XVII era popular la veneración a la sagrada Imagen de La Merced.

1796 El Cabildo proclama a la Virgen de La Merced Protectora de la Ciudad, basándose en “la tradición recibida desde tiempo inmemorial”, recordando que empezó cuando la ciudad “se hallaba insultada con frecuentes temblores de tierra, y que habiéndose implorado las divinas misericordias por medio de la Virgen Nuestra Señora en su referido templo, cesaron inmediatamente…”.

1812 Este año tuvo lugar uno de los acontecimientos históricos más significativos, que une el Santuario de Nuestra Señora de la Merced a la historia civil de Tucumán y de  la Argentina. En el día precisamente dedicado por el calendario litúrgico para hacer memoria de esta advocación mercedaria, 24 de septiembre, el General Manuel Belgrano, a pedido del pueblo de Tucumán se enfrenta al ejército realista español, muy superior en tropa y pertrechos, y logra vencerlo, deteniendo así su avance hacia el sur y obligándolo a retroceder hacia el norte. De esta manera se consolidó definitivamente el dominio de lo que es hoy el territorio de  la República Argentina.
El General Belgrano inmediatamente  atribuyó su triunfo a la intercesión de Nuestra Señora de la Merced, ante cuya imagen había orado antes de la batalla y el 27 de octubre de 1812, cumple el voto que había manifestado y le hace entrega de su Bastón de Mando, proclamándola Generala del Ejercito del Norte. Este Bastón, en marfil con puntera de oro se conserva hasta el día de hoy.

1813 Por su parte, el Cabildo civil de San Miguel de Tucumán, el 20 de agosto de 18u13, declaró Patrona menos principal de la Ciudad a Nuestra Señora de La Merced.

1813 La Parroquia de La Victoria, comenzó a funcionar como tal en este año y le fue asignada como Sede esta iglesia de Nuestra Señora de La Merced. Históricamente es la segunda parroquia creada en la ciudad de San Miguel de Tucumán, después de la Matriz o  actual Catedral.

1912  El 24 de septiembre de 1912 se realizó la solemne coronación pontificia de la Virgen de La Merced: una celebración brillante que presidió el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Mariano Espinosa, con prelados de todo el país incluido el entonces Obispo de Tucumán Monseñor Pablo Padilla y Bárcena.
1943 Tres décadas más tarde, en su visita a Tucumán, el presidente de la Nación, general Pedro P. Ramírez, le impuso  el cinto y la banda con los colores celeste y blanco de Generala del Ejército (24 de septiembre de 1943).

Dedicación el 23 de septiembre de 1950

La actual iglesia parroquial de La Victoria y Santuario de Nuestra Señora de la Merced se «inauguró» solemnemente el 24 de septiembre de 1950 con la celebración de una “solemne Misa Pontifical” celebrada por el Arzobispo de Salta, S.E.R. Mons. Roberto Tavella. Había sido dedicada el día anterior por el Obispo diocesano,  S.E.R. Mons. Agustín Barrère y los altares laterales fueron “consagrados” por S.E.R. Mons. José Weimann, Obispo de Santiago del Estero, y S.E.R. Mons. Juan Carlos Aramburu, Auxiliar de Tucumán.

Para dar más realce a la nueva iglesia de Nuestra Señora de la Merced, estas dos celebraciones estaban enmarcadas en las jornadas del Segundo Congreso Eucarístico Diocesano.


Los cronistas de la época la describen como “monumental” y “la más bella”. Construida sobre los cimientos de la antigua iglesia de la época de la colonia y las edificaciones posteriores, de diseño “neo colonial” y tres naves: la central tiene 10,83 m. de ancho y los laterales 5,05 mts. El largo total del interior de la iglesia es de 43,24 mts.

La imagen histórica de la Virgen Generala y Patrona de la Arquidiócesis de Tucumán

El patrimonio actual de la Parroquia y Santuario tiene como principal exponente la Imagen de la Bienaventurada Virgen María bajo su advocación de Nuestra Señora de la Merced, por el valor religioso e histórico que ella conlleva. Desde 1977 es exhibida dentro de su camarín protegida por una campana de vidrio.

Según la tradición que se ha recogido, su veneración viene desde la fundación de San Miguel de Tucumán en Ibatín (1565-1585). Esta devoción acompañó a los habitantes desde ese entonces hasta el actual emplazamiento de la capital de la provincia.

El traslado de la ciudad de San Miguel de Tucumán, a su actual asentamiento, al margen del Río Salí, se hace un 24 de Septiembre de 1685, en tiempo del Gobernador D. Fernando Mendoza Mate de Luna, y es la sagrada imagen de Nuestra Señora de La Merced la que preside la gigantesca empresa de movilizar al vecindario que hacía más de 120 años moraba en las laderas del Aconquija, sobre el río Monteros.

La Sagrada imagen que hoy se venera en el Santuario (sede de la Parroquia de La Victoria), es la misma, según el Padre Larrouy, que tenían los Padres Mercedarios al establecerse en Tucumán, hacia 1586, cuando el Convento tenía ya sacerdote.

Creemos necesario acotar esta información y precisarla, sustentándola en datos más objetivos. Por lo pronto, el análisis de la obra nos indica que se trata de una imagen de vestir, cuya parte escultórica está formada por la cabeza y las manos, mientras que el resto consiste en piezas de sostén de aquellas y de las vestimentas. A esta modalidad escultórica, netamente colonial y española, si bien de antigua data, no es posible ubicarla en la América del siglo XVI. Pero se puede afirmar que debió de ser traída a estas tierras hacia mediados del siglo XVII.

La imagen en sí es de tamaño más bien pequeño (0.53 x 0.30 y con sólo las manos y la cara tallada y pulimentadas), actualmente está asentada en trípode que le otorga una altura total de 1,45 mts. y un ancho de base de 0,80 cm.





La cara y las manos están trabajadas con la técnica del “encarnado”, de tradición castellana, es decir, con un acabado brillante, que se asemeja a la porcelana. Tiene ojos de vidrio, pelo y pestañas naturales y adornadas su cabeza con una delicada corona, realizada en plata peruana con 12 estrellas del mismo metal que bordean la parte superior.









Su presencia visual se incrementa con las ricas vestimentas, y con la importante corona que luce. Es una joya diseñada en Paris por Coven Lacloche, y realizada en Buenos Aires. Lleva 2.744 brillantes, seis zafiros grandes, y esta trabajada íntegramente en oro y platino. Su peso es de 285 quilates, tiene 30 cm. de alto y se clasifica su estilo como renacentista.



El interior de la iglesia


En el interior predomina la especialidad de su nave central, con un esquema clásico de las iglesias argentinas, y su eclecticismo optó por crear reminiscencia de “la arquitectura románica francesa del siglo XI”. El ámbito principal se cubre con una bóveda de cañón realzada por los motivos pictóricos de su arranque sobre las arcadas. Ésta se interrumpe ante el arco total que precede al crucero, donde se alza la cúpula. Luego del presbiterio, el camarín de la Virgen se cobija en un ábside circular muy luminoso, donde sus aberturas son prolongación formal de aquellas que se abren en la nave.

La decoración interior ha sido realizada por el pintor italiano Giuseppe “Pippo” Bercetti (1912-1973), instalado en Tucumán hacia 1948, huyendo de los fragores de la Segunda Guerra Mundial. De Italia traía cierto prestigio; sobre todo, como retratista[1]. En nuestra ciudad realizó entre 1948 y 1952 las pinturas de La Merced, y las de la capilla del Santísimo Sacramento en la iglesia del local convento de San Francisco.
A la izquierda están representados los preparativos de la batalla del 24 de Septiembre de 1812.
En la Merced, por tratarse de un Santuario de sugestión histórica, era lógico que sus pinturas (distribuidas en la bóveda de la nave central, crucero y presbiterio) destinaran una importante sección a los acontecimientos vinculados con la Batalla de Tucumán y con Belgrano, en su relación con la devoción mercedaria. Se dedicó a esto la bóveda de la nave central. Sobre el muro norte están representados los preparativos de la Batalla del 24 de Septiembre de 1812, mientras que en el ubicado hacia el sur se reconstruye la célebre ofrenda del Bastón de Belgrano a la Virgen de La Merced, con posterioridad al hecho de armas. En ambos casos, el eje de la composición está dado por la figura del General patriota.
En el grupo de los preparativos, Belgrano está rodeado por conjuntos de personajes que el artista quiso hacer representativos del mundo social de Tucumán de aquellos tiempos, vecinos  pudientes, a pie o a caballo, campesinos con sus familias, soldados, etc. Como fondo, hacia la salida del templo, aparece al chato caserío de la época. Acaso este sería el sector plásticamente más logrado, por la adecuada distribución espacial, los armónicos niveles de profundidad, y los estudios de luces y sombras.
En cuanto al friso que se le opone, en el lado derecho, representa el célebre momento  tan vívidamente descrito por el General Paz en sus Memorias, que se desarrolla en el mismo campo de batalla en días posteriores a la acción. Es cuando llega la procesión con la imagen de la Virgen, conducida por tucumanos de distinta extracción social, y seguida por el vecindario y eclesiásticos. Completa esta bellísima escena detalles de la tropa protagonista: soldados de infantería y jinetes que regresan al campo de la acción, donde también hay heridos. Todo ello enmarcado en un paisaje convencional, de campo abierto y nubes geométricas, proporcionan el fondo de la escena. En este grupo, Bercetti (siguiendo toda una tradición artística) aprovechó para retratar a algunas personas contemporáneas vinculadas con la construcción del templo; de esa manera, el rostro del filántropo Alfredo Guzmán se dio al vecino que lleva el estandarte mercedario; entre los sacerdotes, pueden advertirse retratados el entonces Obispo de Tucumán, monseñor Juan Carlos Aramburu, de perfil, rodeado por el párroco padre Segundo Ferreyra y por monseñor Ramiro Pego Fuentes, los tres revestidos de ornamentos litúrgicos.

Virtudes y defectos pueden señalarse en estas reconstrucciones de Bercetti. Cumplen perfectamente su misión decorativa: están resueltas con un cromatismo agradable, y se integran dócilmente al edificio. Se advierte una preocupación por el planteo lumínico, como ingrediente plástico que comanda el diseño. En la composición de figuras hay aciertos parciales. Pero hay también una obsesiva intención geometrizante y simplificadora.
Por otra parte, el conjunto, que decora el ábside y el crucero con temas netamente religiosos, se conjuga mejor con el lenguaje plástico del pintor, que llega a efectos de diafanidad y transparencia de gran sutileza.

Descripción del exterior del edificio

 Exteriormente se aplicaron numerosos elementos de movimientos imperantes en la época que evocaban y revalorizaban el arte del período virreinal, procurando una personalidad cultural propia.
En el frente, su paño central se remarca por el retroceso de las dos torres. Dicho cuerpo se adelanta con dos volúmenes, que pertenecen a unas escaleras que se abrazan en lo alto, conformando un gran arco monumental que termina por generar un importante espacio destinado a proteger, sobre el acceso, la portada de sobria configuración. Esta solución espacial no hace más que aludir (claro está que con distinta escala) a las pretéritas disposiciones organizativas de “fachadas donde una gran hornacina, a manera de antecapilla, constituye el rasgo esencial de la composición”. Dispositivo de raíz mudéjar, “que fue también típico de las portadas de la arquitectura española de los siglos XVI y XVII”, y alcanzó amplia difusión en nuestra arquitectura religiosa, durante la época de la dominación hispana.
Al margen de la gran innovación de esta monumentalidad, como en aquellas iglesias virreinales, “el arco parece la prolongación hacia el exterior de la bóveda de cañón corrido que cubre la nave”. Cobija el cuadriculado del vitral abarcante de todo el porche, y la portada, que coincide con el vocabulario arquitectónico adoptado. Ésta, con otras dos dispuestas sobre las puertas de la torre, muestra la persistencia de otro rasgo distintivo, cual es el concentrar el ornato sobre los accesos, de manera que se realcen. El portal principal adopta, por el gusto de la época, una depuración formal cercana a lo clásico, alejándose de las habituales ornamentaciones arequipeñas o altoperuanas.
Se leen tres cuerpos muy diferenciados por molduras: el bajo casi ciego perforado por la entrada principal, flanqueados por dobles semicolumnas toscazas que mantienen un entablamiento prolongado en pináculos extremos; el segundo cuerpo reitera la solución de triple arcada utilizada en la nave, y, de remate, sutiles volutas fijan el alzado de un nicho con movidos contornos que albergan la imagen de la Virgen.

Detalles plásticos de interés, sumados a los roleos de remate o las perforaciones de esbeltas torres, con “cierto aire mejicano por sus azulejos de revestimiento”, como señala Alberto Nicolini, que en una visión lejana se subordinan al conjunto, en virtud de que la fachada adquiere una preponderancia privilegiada, conseguida al constituirse en el remate frontal y mojón obligado de una de las arterias más importantes de la ciudad. El quiebro del corredor acrecienta esta imagen, y el resultado es una lectura compositiva global, donde la cúpula adquiere presencia constante, da la nota de color, y equilibra las formas. Ella se alza sobre un tambor circular con base realzada de tejas, aligerado por nervaduras que remarcan los entrepaños donde se perforan aventanamientos.

El interior de la iglesia


En el interior predomina la especialidad de su nave central, con un esquema clásico de las iglesias argentinas, y su eclecticismo optó por crear reminiscencia de “la arquitectura románica francesa del siglo XI”. El ámbito principal se cubre con una bóveda de cañón realzada por los motivos pictóricos de su arranque sobre las arcadas. Ésta se interrumpe ante el arco total que precede al crucero, donde se alza la cúpula. Luego del presbiterio, el camarín de la Virgen se cobija en un ábside circular muy luminoso, donde sus aberturas son prolongación formal de aquellas que se abren en la nave.

La decoración interior ha sido realizada por el pintor italiano Giuseppe “Pippo” Bercetti (1912-1973), instalado en Tucumán hacia 1948, huyendo de los fragores de la Segunda Guerra Mundial. De Italia traía cierto prestigio; sobre todo, como retratista[1]. En nuestra ciudad realizó entre 1948 y 1952 las pinturas de La Merced, y las de la capilla del Santísimo Sacramento en la iglesia del local convento de San Francisco.
A la izquierda están representados los preparativos de la batalla del 24 de Septiembre de 1812.
En la Merced, por tratarse de un Santuario de sugestión histórica, era lógico que sus pinturas (distribuidas en la bóveda de la nave central, crucero y presbiterio) destinaran una importante sección a los acontecimientos vinculados con la Batalla de Tucumán y con Belgrano, en su relación con la devoción mercedaria. Se dedicó a esto la bóveda de la nave central. Sobre el muro norte están representados los preparativos de la Batalla del 24 de Septiembre de 1812, mientras que en el ubicado hacia el sur se reconstruye la célebre ofrenda del Bastón de Belgrano a la Virgen de La Merced, con posterioridad al hecho de armas. En ambos casos, el eje de la composición está dado por la figura del General patriota.
En el grupo de los preparativos, Belgrano está rodeado por conjuntos de personajes que el artista quiso hacer representativos del mundo social de Tucumán de aquellos tiempos, vecinos  pudientes, a pie o a caballo, campesinos con sus familias, soldados, etc. Como fondo, hacia la salida del templo, aparece al chato caserío de la época. Acaso este sería el sector plásticamente más logrado, por la adecuada distribución espacial, los armónicos niveles de profundidad, y los estudios de luces y sombras.
En cuanto al friso que se le opone, en el lado derecho, representa el célebre momento  tan vívidamente descrito por el General Paz en sus Memorias, que se desarrolla en el mismo campo de batalla en días posteriores a la acción. Es cuando llega la procesión con la imagen de la Virgen, conducida por tucumanos de distinta extracción social, y seguida por el vecindario y eclesiásticos. Completa esta bellísima escena detalles de la tropa protagonista: soldados de infantería y jinetes que regresan al campo de la acción, donde también hay heridos. Todo ello enmarcado en un paisaje convencional, de campo abierto y nubes geométricas, proporcionan el fondo de la escena. En este grupo, Bercetti (siguiendo toda una tradición artística) aprovechó para retratar a algunas personas contemporáneas vinculadas con la construcción del templo; de esa manera, el rostro del filántropo Alfredo Guzmán se dio al vecino que lleva el estandarte mercedario; entre los sacerdotes, pueden advertirse retratados el entonces Obispo de Tucumán, monseñor Juan Carlos Aramburu, de perfil, rodeado por el párroco padre Segundo Ferreyra y por monseñor Ramiro Pego Fuentes, los tres revestidos de ornamentos litúrgicos.

Virtudes y defectos pueden señalarse en estas reconstrucciones de Bercetti. Cumplen perfectamente su misión decorativa: están resueltas con un cromatismo agradable, y se integran dócilmente al edificio. Se advierte una preocupación por el planteo lumínico, como ingrediente plástico que comanda el diseño. En la composición de figuras hay aciertos parciales. Pero hay también una obsesiva intención geometrizante y simplificadora.
Por otra parte, el conjunto, que decora el ábside y el crucero con temas netamente religiosos, se conjuga mejor con el lenguaje plástico del pintor, que llega a efectos de diafanidad y transparencia de gran sutileza.

Los vitrales


Los vitrales tienen fuerte presencia en la ambientación espacial del templo y contribuyen, significativamente, a proporcionar el ambiente espiritual adecuado. Están distribuidos por toda la superficie parietal y en ellos se alternan escenas religiosas con personajes de la historia sagrada y diseños ornamentales.

Los bocetos fueron realizados por el pintor religioso español Antonio Estruch, artista catalán, de cierto prestigio como pintor religioso, que en 1922 había fundado en Buenos Aires una casa especializada. Estruch logra en cada escena religiosa una delicada armonía convencional, y la combinación de los motivos iconográficos con los ornamentales geométricos. La técnica utilizada para la construcción y el material de primera calidad que se utilizó, vino a obtener un efecto visual realmente espectacular.

Ex Votos de fieles e instituciones

El Santuario mariano, conserva ex votos de las luchas por la Independencia Nacional y de los fieles, que expresan la intercesión de la Madre de Dios a nuestro pueblo.




El valor afectivo y de piedad, como el histórico, realzan la veneración hacia la divina madre que como patrona acompañó a su pueblo a lo largo de varias generaciones.




·         En los laterales del crucero del Santuario, se puede apreciar cientos de ex votos que datan desde la época de las luchas por la Independencia hasta nuestros días.




·         Seguramente, el más destacado de todos es el Bastón de Mando del General Manuel Belgrano, Jefe del Ejército del Norte, quien atribuyó el triunfo en la Batalla de Tucumán a la intercesión de Nuestra Señora de la Merced (24 de septiembre de 1812).



·         Bandera Realista del Ejército Español que el propio Belgrano solicitó al Cabildo de Buenos Aires que se depositara luego de la Batalla de Salta (20 de febrero de 1813).




·         Bandera del Ejército Realista tomada en 1817 en la Batalla en el pueblo de Humahuaca (Pcia. de Jujuy), ofrenda a la Virgen por el Cabildo de Buenos Aires.




·         Primera Bandera Nacional de Guerra perteneciente al histórico ex regimiento 19 de Infantería, ofrendada a la Virgen Generala el 24 de Septiembre de 1957 en una emotiva celebración pública que puso de manifiesto el testimonio de gratitud de los ciudadanos que pasaron por sus filas entre el 31 de enero de 1907 al 20 de junio de 1957.



·         La nueva Bandera que tuvo esta unidad militar hasta su desactivación en el año 1993. Fue bendecida el 20 de junio de 1957 por el Arzobispo Monseñor Juan Carlos Aramburu, luego del oficio religioso de la Santa Misa de campaña, en la cual, y por primera vez en la historia, estuvo presente la venerada Imagen de La Merced, que presidió la formación y juramento de los soldados conscriptos.



·         Al conjunto ya reseñado se agregan los trofeos tomados a los realistas, y una campana fundida en 1812, como reza su leyenda: Me hizo Miguel Mariano D. Silva al año 1812/Viva la Patria. La tradición señala que, como agradecimiento del pueblo de Tucumán a la Virgen de la Merced por la victoria del 24 de Septiembre, el vecindario donó dinero y aun joyas de oro y de plata que alimentaron el crisol de la fundición.

Primeros libros parroquiales que conserva la parroquia

Valiosa documentación que en cada gestión los Sres. Curas Párrocos conservaron y documentaron con particular celo administrativo. Allí se encuentran los registros de los nuevos nacimientos, matrimonios y defunciones de los vecinos naturales. De ésta fuente los historiadores han obtenido valiosos datos para la genealogía y otros que hacen a fechas del pasado.
  
Los libros que conserva la Parroquia son de un alto valor documental. Continuamente se recurre a ellos por motivos históricos, genealógicos o legales en cuestiones de familia, herencia, transacciones y obligaciones de distinta índole que se mantienen vigentes hasta nuestros días.