Los vitrales tienen fuerte presencia en la ambientación espacial del templo y contribuyen, significativamente, a proporcionar el ambiente espiritual adecuado. Están distribuidos por toda la superficie parietal y en ellos se alternan escenas religiosas con personajes de la historia sagrada y diseños ornamentales.
Los bocetos fueron realizados por el pintor religioso español Antonio Estruch, artista catalán, de cierto prestigio como pintor religioso, que en 1922 había fundado en Buenos Aires una casa especializada. Estruch logra en cada escena religiosa una delicada armonía convencional, y la combinación de los motivos iconográficos con los ornamentales geométricos. La técnica utilizada para la construcción y el material de primera calidad que se utilizó, vino a obtener un efecto visual realmente espectacular.
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